Las rabietas son una oportunidad para enseñar a nuestros hijos a gestionar sus emociones. Sin embargo, hay errores comunes que muchos cometemos en esos momentos que, aunque parezcan efectivos a corto plazo, pueden tener consecuencias negativas a largo plazo. Aquí te cuento las tres cosas que no deberíamos tener:
1.- Distraer con una tableta de chocolate
Parece una solución rápida: le das la tableta o una chocolatina para calmarlo y la rabieta desaparece. Pero en realidad es que no estás solucionando nada. Cuando distraemos a los niños en momentos de desregulación emocional, les estamos enseñando a ignorar sus emociones.
EL mensaje que recibe es: «tus emociones no son importantes«. Esto no les ayuda a gestionar lo que sienten, sino que, en el futuro cada vez que enfrente incomodidad, buscarán algo externo para «calmarse»: el móvil, snacks, compras impulsivas… Un «chute» de dopamina para evitar conectarse con sus sentimientos. Los aprendizajes reales requieren paciencia, no atajos.
2.- Poner etiquetas
Se nos escapa sin querer: «otra vez estás llorando, hijo, qué insoportable». Estas etiquetas pueden parecer inofensivas, pero tienen un gran impacto. Cuando etiquetamos a nuestros hijos como «llorón» o «insoportable», comenzamos a construir una identidad para ellos.
El niño escucha y piensa: «si soy un llorón, entonces lloro». En lugar de ayudarle a regularse, reforzamos la conducta que queremos evitar. Recuerda: las palabras que usamos con nuestros hijos se convierten en la voz con la que se hablan a sí mismo.
3.- Perder los nervios
Si tú también te desbordas frente a la rabieta, el caos se amplifica. El cerebro del niño ya está en «modo alerta», y cuando percibe que el adulto también pierde el control, solo aumentamos el drama. Nuestra calma para guiarles hacia la autorregulación. Si queremos que ellos aprendan a gestionar sus emociones, primero debemos ser un modelo de cómo hacerlo.
¿Cómo hacerlo mejor?
La próxima vez que te enfrentes a una rabieta, respira hondo y recuerda: no se trata de solucionarlo todo de inmediato, sino de acompañarles mientras aprenden. La paciencia, el respeto y la empatía será siempre tus mejores aliados.